Es común que la gente sufra estafas al contratar a supuestos videntes ya que muchos de los que no lo son, utilizan la psicología para “adivinar” lo que el cliente desea escuchar.
Las videntes buenas son honestas y claras, y desde el principio operan con un trato acogedor y sincero.
Muchas videntes tienen un precio justo y, en ocasiones, cobran de manera simbólica.
En diversas ocasiones, los amigos, las amigas y los familiares nos recomiendan videntes dado los resultados positivos que a ellos les ha dado, es decir, la recomendación es lo primero.
Si no se tiene referencia, por lo general, los buenos videntes tienen bien estructuradas sus consultas, su actitud es relajada y sus respuestas son claras.
Expertos en el tema mencionan que los buenos videntes no hacen tantas preguntas ya que, en muchas ocasiones, los que te realizan exceso de preguntas desean “adivinarte” y no hacer una premonición.
La única información necesaria para un vidente real es: nombre completo, fecha de nacimiento y signo zodiacal. No es recomendable aportar más datos de la vida.
Los videntes reales se preocupan por ayudar, y guiar, a sus consultantes para resolver sus dudas y problema a través de la confianza y paz que inspiran tan solo con verlos.
Una buena vidente siempre ofrecerá respuestas rápidas y claras a las preguntas.
Hay videntes que estafan las cuales, previamente solicitan al consultante el email para investigarlo en Google y en sus redes sociales y así tener más “certeza” ante el consultante.
Otras no son objetivas o dicen la realidad parcial ya que creen que los consultantes van a ser felices por lo que los temas difíciles, u oscuros, no los revelan.
Por lo anterior se debe ser cauteloso y, de preferencia, solo asistir con videntes recomendados.