¿Los duendes son buenos o malos?
Mucho se ha hablado de estos pequeños seres, de su maldad o bondad, muchos aseguran que se trata de personajes muy traviesos.
Son capaces de hacer daño si se sienten agredidos o amenazados.
Duendes hay muchos, pequeños, grandes, gordos y flacos.
Todo comenzó cuando yo contaba con diez años. Había un espejo con marco antiguo en la vieja habitación de mi abuela, la que ya nadie usaba. Había varias habitaciones en nuestra ancestral vivienda, pero en casa solo éramos mis padres, mi hermanita y yo.
Había una habitación completamente en blanco al otro lado del espejo y en medio de ella, un ser pequeñito que se encontraba agachado, con las rodillas recogidas. Sus orejas eran largas y puntiagudas, y su piel grisácea y ligeramente arrugada.
Levantó la cabeza poco a poco, dejando ver un par de ojos rojos y maliciosos, una sonrisa guasona que le llegaba hasta las orejas y en la cual se vislumbraban unos dientes afilados. Me miró y yo sentí como un escalofrío que me recorría el cuerpo entero.
Era un duende o ese creo. Un duende malo. Lo supe al ver la manera en la que me miró, tan cargada de malicia y burla. No sé cómo no grité en ese momento. Creo que quise hacerlo, pero la voz no me salió. Simplemente me quedé allí, congelado y sin poder apartar la mirada de aquel ser.
El duende se puso de pie y anduvo hacia mí como si quisiese salir del espejo. Lo único que pudo pensar fue “por favor, no. Por lo que más quieras, Dios mío, por favor no”.
Una risa horrible inundó mis oídos y a partir de ese momento no supe más. Perdí la consciencia.
¿Ya te has fijado en tus espejos?